Este sistema es el modelo que sostiene las relaciones de violencia de género y todas las formas de violencia. En la medida que se sigan perpetuando los estereotipos de género rígidos y prejuiciosos que determinan el lugar de poder de los hombres y de sumisión de las
mujeres, seguirá siendo difícil , para no decir imposible, la erradicación de la violencia.
El acto violento (golpe, grito, insulto, control, menosprecio, etc.) es la manifestación de una trama social que es compleja, profunda, inconsciente y aún en muchas situaciones naturalizada y justificada. Las diversas expresiones de violencia constituyen un grave obstáculo para el logro de una sociedad más igualitaria y con derechos.
Es urgente trabajar y fortalecer el cambio de paradigma, un paradigma que apele a lo sustentable, que posibilite una construcción de una trama vincular ligada a la igualdad de derechos y oportunidades, al cuidado, respeto y que aloje las diferencias.